A principios del 2023 era Co-Founder y Co-Host del Podcast numero 1 de desarrollo personal, emprendimiento, espiritualidad y filosofía de Argentina.
A raíz de nuestra vasta distribución y audiencia del Podcast decidimos crear una comunidad de pago. Nos preguntamos qué podríamos ofrecerles que para nosotros no sea un esfuerzo, sino que nos paguen por algo que ya hacemos todos los días.
Como ambos leíamos y aprendíamos mucho, en mi caso hasta el momento llevaba más de 500 libros de no ficción leídos, dijimos hagámosle resúmenes de libros podcasteados. A la comunidad le encantó.
Como nos gustaba mucho la escalabilidad que dan las redes sociales y las empresas tecnológicas decidimos crear una app de resúmenes de libros. Entonces pusimos manos a la obra, pero como ninguno de los dos había desarrollado una app antes, empezamos a hablar con conocidos. A raíz de eso dimos con un miembro de la comunidad que era programador y le gustaba el proyecto, fuimos a cenar para conocerlo en persona y lo invitamos a formar parte.
Los primeros 50 resúmenes los hice yo y mientras los hacía fui creando los SOP’s para luego poder contratar un equipo de escritores. Con mi socio mejoramos el proceso, lo apalancamos de inteligencia artificial y con la ayuda de una escritora maravillosa y la novia de mi socio, en unas semanas tuvimos los primeros 150 resúmenes de libros.
Yo llevo una llave dorada colgada en mi pecho, la llave de la experiencia. Es un recordatorio de que el conocimiento no te cambia la vida, lo que te cambia la vida es la experiencia que te da aplicar el conocimiento. Esto me ayuda a evitar la “obesidad intelectual” que durante muchos años tuve por ser tan nerd.
Entonces elegí que uno de nuestros diferenciales de competencia sea algo que hice toda mi vida de adulto, yo no leo libros, los estudio obsesivamente y como soy piloto de avión, tengo la costumbre de hacer checklist para todo, incluso cada vez que leo un libro, sobre los conceptos más importantes y cómo los puedo llevar a la práctica a mi vida cotidiana.
La gracia de los resúmenes era que en 15 minutos al día (si eras lento y lo escuchas en x1, si sos como yo y te acostumbras a escuchar en x2, x3 o x3.5 mucho más rápido) y además te llevabas un plan de acción para llevar a la práctica lo aprendido.
Otro de los diferenciales con las demás apps de resúmenes surge por una serendipia: normalmente cuando trabajo lo hago por sprints, me obsesiono y no tengo vida social por un tiempo, entreno, como, trabajo 16 horas al día o más, sobre todo cuando programo; hay días que estoy 36 horas despierto, hago una cura de sueño y vuelvo a empezar.
Eso lo hago por sprints como decía, porque no es tan saludable en ocasiones, si bien me hidrato adecuadamente, mi alimentación es muy buena, juego al ping pong con mis Co-Founders, tengo un kayak en el lago del patio, hago ejercicio y voy al gym casi todos los días.
Entonces en uno de esos días de descanso que me tomo eventualmente para no hacer nada productivo decidí ir al cine, ni me acuerdo qué fui a ver, solo recuerdo que antes de los adelantos vi algo que me explotó la cabeza: estaban pasando publicidad, pero no era cualquier publicidad, era sobre diferentes cosas, remedios, ropa y varios tipos de productos, pero la gracia era que te lo hacían en formato de trivia y era muy atractivo. Entonces ahí dije ¡es por ahí! Duolingo, empresa tecnológica fundada por una de las personas que más admiro en la vida, Luis Von Ahn, gamificó la plataforma y al sumarle las rachas, tipo Snapchat, logró hacer que la educación no solo sea atractiva, sino que sea casi tan adictiva como las redes sociales.
Entonces le mandé a mis socios que teníamos que poner trivias, para que la gente pudiera poner en práctica lo aprendido. Y en virtud de cuántas respuestas correctas tenían por cada trivia, al finalizar cada resumen (no podías acceder a la trivia si no habías leído o escuchado el resumen) recibían moneditas.
Las moneditas fueron una forma que se me ocurrió de activarles el sistema de recompensas pero, ¿para qué las iban a usar? Bueno, la cuestión es así: años atrás yo había jugado League Of Legends, en el LoL hay algo muy interesante que es la rotación de personajes. Te lo explico fácil: en ese jueguito vos tenés muchos personajes, que podés comprar con moneditas dentro del juego. Las monedas las podés comprar o las podés ganar jugando. Pero a su vez, cada semana el juego te pone una rotación gratuita de personajes. Entonces de ahí saqué la idea de que hubiera una rotación gratuita de libros cada semana, cuatro para ser precisos. Además, si querías otros libros, como si fuera Audible, lo podías comprar con moneditas, y las moneditas las podías obtener comprándolas, jugando trivias y recomendando la app a amigos que bajen la app y completen un resumen.
Este proyecto me tocó el corazón, porque yo toda la vida me sentí muy frustrado con el sistema educativo. Sentía que iba todo muy lento, yo tenía la capacidad de aprender muy muy rápido, sobre todo cuando me gustaba algo, y como que me frenaba. Y encima me querían hacer estudiar cosas aburridas. Entonces, de más grande cuando me hice conferencista internacional decidí que algún día iba a revolucionar la educación.
Por eso Bookster tenía el 100% de mi atención. También me especialicé toda la vida en comportamiento humano: a raíz de mi ADHD se me dificultaba hacer amigos, entonces fue para entender a las personas y saber por qué hacemos lo que hacemos. Me obsesioné con la ciencia, por ejemplo la ciencia de las emociones de Paul Ekman; a mis 18 años hice el entrenamiento más avanzado que tiene y me gradué con honores. También algunas pseudociencias como la PNL me hicieron entender las diferentes formas de percibir la realidad que tenemos los seres humanos y, a raíz de esto, comprendí que para diferentes personas tiene que estar el mismo contenido en diferentes formatos: texto, audio, video con personas, con gráficos y también contado de diferentes maneras, por ejemplo de una forma más racional y basada en datos, o si alguien es más kinestésico, contando una historia que lo haga conectar con sus emociones.
Fue un gran proyecto que tuve el honor de iniciar. Para poder darle todo de mí dejé todos los proyectos en los que estaba en ese momento y una de mis pymes que además de que me hacía feliz me estaba generando más de cinco cifras en dólares consistentemente hacía varios meses. Fui All In.
Hubo un momento, justo antes de que me pusiera a hacer los 50 primeros resúmenes, en que el proyecto estaba estancado porque con mi Co-Founder le dábamos prioridad a otros proyectos y a esta pyme que te conté. Entonces, como trabajo mucho mejor bajo presión, le dije a mi socio: si no encuentro una solución en menos de dos minutos damos de baja el proyecto (que también venía bien; antes de ser una app de resúmenes de libro venía facturando 3500 dólares con la comunidad de Patreon de resúmenes de libros podcasteados) y lo hice. Pensé en una persona que había sido invitado del podcast y tenía experiencia trabajando en el rubro tecnológico en Estados Unidos.
Recuerdo que para fines de 2023, cuando estaba trabajando full en Bookster, poniendo dinero de mi bolsillo para producir contenido, de manera orgánica llevé más de 9700 usuarios en menos de tres meses y no puedo contar cuánto se facturó por el NDA que firmé pero fue una buena facturación. También le estaba dando todo mi tiempo y mi atención; ahí en ese momento yo decía que Bookster iba a ser mi incubadora de emprendimiento. Vaya que lo fue, no como yo lo esperaba, pero lo fue. Esto no entra dentro del NDA porque es información pública: lo dijeron en Forbes y por todos los lugares que pudieron. Logramos levantar 300.000 dólares con una valuación de 3M.
Entre Navidad y el 1ro de enero del 2024 me dijeron que nada de lo que yo sabía servía para una empresa tecnológica y que era preferible, con mi % de equity, levantar más capital y traer mejores talentos. Entre otras cosas, eso es lo que dentro del NDA negocié que se podía contar. El resto no importa que no se pueda.
Como te dije, yo pensé que Bookster iba a ser mi incubadora de startup y vaya que lo fue. Estuve 75 días con el strain en 30 más o menos, durmiendo muy mal, alimentándome peor, casi sin entrenar pero resolviendo todo lo que tenía que resolver, negociando y por supuesto aprendiendo. Hablé con muchísima gente que me quiere mucho y son mi familia de corazón.
Entre ellos un amigo que tiene un bufete de abogados en Estados Unidos; amigos de mis amigos y de los que más me apoyaron, acompañaron y enseñaron están Matías Gorganchian (Co-Founder de KamiPay), a quien amo y admiro; Francisco Santolo (Founder de Scalabl); Borja Martel (Sedward Co-Founder de Lemon Cash, Roxom y RoxomTV); ni hablar de mi actual Co-Founder Facundo Alberetti, quien me conoció en, sin lugar a dudas, una de las etapas más desafiantes de mi vida, y lo dice alguien que vivió pobreza extrema de niño, vivió dos años en la villa, sufrió bullying, violencia familiar y mucho mucho más.
Luego de eso perdí el rumbo: después de haber quedado en la quiebra financiera por primera vez en mi vida de adulto desde que me hice emprendedor full time cinco años atrás, pensé que nunca más volvería a estar en esa situación de quedarme sin liquidez, por haber tomado decisiones estúpidas como gastarme mi fondo de emergencia durante casi seis meses porque contaba con los honorarios que tendría de Bookster en enero. Olvidé aplicar lo que aprendí de Raúl Orrico en la Academia de Policía: “Los huevos no se cuentan hasta que no estén en la canasta”.
Pasé de tener una visión clara de cómo iban a ser mis próximos diez años revolucionando la educación junto a mis amigos, a no saber qué carajo hacer de mi vida, perder no solo mi primer millón de dólares (ficticio on paper; era dinero de Monopoly ese 1.200.000 dólares que me correspondía de esa valuación fantasía que tuvimos), también perdí Bookster, el medio a través del cual iba a revolucionar la educación, perdí tres amigos y Co-Founders por diferencia de valores. Me separé de la mujer que amaba porque yo iba a estar All In con mi sueño de revolucionar la educación y ella con el suyo de ser modelo en Europa. Pagué en unos pocos meses los precios emocionales que mucha gente no paga en una o dos décadas.
Y lejos de victimizarme, me siento afortunado; qué maravilla que eso me sucedió a mis 33 años y no a mis 40 cuando ya tenga familia. Qué maravilla que fui leal a mis principios y aún en momentos de adversidad, cuando una parte mía quería hacer una guerra mediática, considerando que tengo el poder de la distribución, elegí actuar en concordancia con mis valores y utilizar esa energía para crear, para crear algo nuevo y bueno; no para destruir. Nada bueno surge de destruir.
Recuerdo que cuando estaba emocionalmente tirado en el piso, sin defenderme, fue Borja Martel quien me dijo: “Maurito, hay que hacer la paz, pero si hay que defenderse, modo monje shaolín guerrero”. Y ahí dije: “¿Qué carajo estoy haciendo llorando como un pelotudo?” Como decimos en Taekwon-Do: caerse es opcional, levantarse obligatorio. Y como decimos en aviación: “Una vez hayas probado el vuelo, siempre caminarás por la Tierra con la vista mirando al Cielo, porque ya has estado allí y allí siempre desearás volver.” No había forma de que deje de lado mis sueños.
Así que me tomé un poco más de un año para conocerme, reconectar conmigo, saber quién soy hoy realmente y no en base a una idea o pensamiento, sino midiendo todas las decisiones y acciones que tomé en base a mis valores reales. Porque los valores para mí no son una lista de palabritas lindas que tenemos guardadas en algún lado y miramos de vez en cuando; son los que denotamos con nuestras acciones e inacciones.
Y considerando que casi toda mi vida tuve el síndrome del impostor, me da orgullo sentir orgullo de quien soy, en quien decidí convertirme a pesar de las circunstancias. Son tus decisiones, no tus condiciones, las que determinan tus resultados y hoy decido volver a aparecer en las redes sociales nuevamente.
Una vez más estoy acá con vos, compartiendo lo que fui aprendiendo en este maravilloso viaje llamado vida y me alegra contarte que trabajé muy duro durante este último año para construir las tres empresas que me van a ayudar a hacer realidad mis sueños: Relevans Media (una empresa de Ads especializada en Meta y Google Ads), DMG (the Distribution MachineGun, una productora de contenidos y maquinaria de distribución que nos permite llegar a millones de personas con costos marginales) y por último VISUS (una empresa de Influencer Marketing y UGC para apalancarnos de las audiencias de los influencers).
En una semana estaré lanzando mi nuevo bebé de unicornio, descargarcontenido.com, la mejor herramienta para descargar audios y videos de redes sociales en HD y sin marca de agua, a través de un chatbot de WhatsApp. Es una de las primeras tantas soluciones creadas por mi empresa Infinite Solutions.
Te invito a que si en algún momento estás pasando por una situación adversa en tu empresa o tu emprendimiento y no sabés con quién hablar o qué hacer, me escribas: no tengo todas las respuestas pero seguramente sí el número de teléfono de quien sí las tenga. Sobre todo, lo que uno necesita cuando está pasando por un mal momento es apoyo emocional; si alguien quiere respuestas va a hablar con ChatGPT y listo. Contá conmigo.
Hasta lo más agradable, sin amigos se hace tedioso (creo que lo dijo Aristóteles; fíjate la fuente y cítala)
Quiero tomarme unos instantes para apreciar las cosas buenas de la vida y agradecer. Me considero una persona muy afortunada; más allá de la resiliencia y mis valores, he tenido la suerte de conectar con personas maravillosas. Más arriba en el relato nombré a algunas de las personas que más me apoyaron durante ese periodo de mi vida y te quiero hablar sobre ellos. Porque así como apliqué el “si no tenés algo bueno para decir de alguien, no digas nada” al referirme a las decisiones que tomaron mis ex Cofounders, también soy un fiel creyente de la importancia de contar las cosas buenas de la vida y hacerlo en público como dice Warren Buffett.
Si bien estas personas son muy diferentes, hay algo que las caracteriza a las 4: todas tienen un corazón inmenso. Matías Gorganchian es una de las personas más influyentes en lo que a mi modelo mental de finanzas y tecnología representa. Cuando era un pichón de emprendedor me abrió las puertas de su casa y me enseñó muchísimo sobre finanzas, bitcoin, el mundo empresarial y también sobre la vida; él fue quien me dio palabras de aliento cuando algunos snobs me juzgaban por venir de un background distinto al de ellos.
Aquellos que hablan “con la papa en la boca” y te miran por encima del hombro porque decís determinada palabra en lugar de otra. Mientras yo solucionaba cientos de problemas en KamiPay, Matías dedicó decenas de horas a darme feedback y enseñarme sobre todas las cagadas que me mandé por ignorante en Bookster (lo de ignorante lo admito yo; él siempre me trató con calidez). No está mal nacer en la ignorancia; lo que es un horror para mí es tener conciencia de que sos ignorante en un área que es importante para vos y permanecer ignorante.
Matías, para mí, es un amigo, mentor, modelo de referencia en muchas áreas; de algún modo cubrió el lugar del padre que nunca tuve. Encima cada tanto me da alguna paliza en pádel; es admirable la tenacidad que tiene, su inteligencia, la facilidad para aprender sobre muchos temas muy rápido, para enseñar cosas complejas de forma simple. Es increíble todo el conocimiento que tiene y algo que valoro mucho: es de las pocas personas que conocí en esa época que me midió por quien soy y no por mis finanzas ni por cómo hablaba (que sí, insultaba mucho cuando hablaba; era medio un cachete, venía de ser policía y de otro background).
Matías es de clase alta y, si bien se puede mover en ámbitos medio snobs, es lo menos snob que existe. Cuando fue a Junín a mi casa a pasar unos días, yo había vendido la mayoría de mis muebles porque me estaba por mudar a Europa y no tenía ni un sillón; Matías se levantaba a las 5 a.m. con nosotros, entrenaba, leía, aprendía, nos enseñaba y, encima, cuando llegaba la siesta y nos tirábamos una siesta, él dormía en el piso, en una mat de yoga. Matías Gorganchían durmió en el piso de casa; hablame de humildad y de grandeza.
A Borja Martel lo conocí a través de Ramiro Cubría cuando teníamos el Podcast New Label Experience. Borja nos pidió una mano con un proyecto que tenía y quería que lo ayudemos con nuestro conocimiento específico en redes sociales. La primera reunión la tuvimos en el Kavanagh en Buenos Aires; él, founder de una fintech que rompió todas las métricas, nos recibió como si fuéramos amigos de toda la vida y trató de igual a igual. Le mostramos una calculadora que habíamos hecho y se puso a jugar como un niño. Quedamos en estar en contacto y, unas semanas después, nos dijo que iba a estar en Córdoba: “Open House”.
Fuimos para Córdoba y llegamos a la casa de Borja, una mansión del año 1800 y pico si recuerdo bien, en una montaña. No lo podíamos creer con Ramiro: había vacas sueltas, cabras, ovejas, caballos, mariposas, flores, y de repente aparece Borja descalzo, con una camisa desabrochada hasta la mitad del pecho, con la tranquilidad de un billionaire mientras, de fondo, en su iPad Pro se escuchaba jazz y Ramiro dice:
“sos un hijo de puta” → “a billionaire doing what billionaires suppose to do”
Borja nos abrió las puertas de su casa, nos hizo sentir uno más de su familia (de hecho estábamos ahí con su familia), nos llevó a una cascada, grabamos varios podcast hablando de filosofía y de la vida. Es una de las personas más buenas, brillantes e inteligentes que conozco y, al mismo tiempo, humilde.
Recuerdo que, en un momento, yo estaba grabando reels por el fondo de la casa y escuché a una de las personas que trabajaba ahí, preocupado, preguntándole a Borja cómo podía hacer para dar de baja un servicio, porque se le venció una promoción sin que se diera cuenta y le habían cobrado algo que él no podía pagar (una suscripción de DirecTV, viste que te suelen poner un plan irracionalmente carísimo pero “con un descuento del 90 %”).
Esta persona estaba acongojada, sumamente triste, y Borja lo mira y le pregunta: “¿Cuánto te cobraron?” Él responde: “Tanta plata”, que sí, para un servicio de ese índole era una locura. Y Borja le dice: “Listo, ahí te transferí, yo te lo pago, no te preocupes; vas a llamar a la empresa y le vas a decir esto y esto otro, les vas a pedir que te den de baja y te ofrecerán un descuento, y después venís y me decís qué te dijeron”.
Esta persona se emocionó y yo casi me largo a llorar; fue un detalle, una cortesía. Fue alguien que se preocupa por sus seres queridos y los cuida, una de las pocas personas que conozco que tienen mucho capital y realmente no les interesa el capital. No le mueve el amperímetro el dinero; lo utiliza como combustible para crear cosas.
De hecho, de las frases que más escuché de Borja en esas tres semanas fue:
“No te preocupes por el dinero, preocupate y ocupate de crear algo bueno; si creas cosas buenas, el dinero viene solo”.
También aprendí de él el arte de hacer buenas preguntas, de priorizar resultados, de saber cómo llevar adelante proyectos ambiciosos. De go big or go home.
Y tengo muchas más historias de Borja, como cuando, en esas semanas caóticas de Bookster, sin decirme nada, me enteré de que llamó a uno de mis antiguos Cofounders para hacerlo entrar en razón. De hecho, me enteré por mi ex socio, con el que venía negociando, y me dijo:
“Me llamó Borja y me cagó a pedos; se nota que te quiere mucho”.
Esos gestos, en momentos de estrés, tristeza, noches sin dormir y sobreviviendo a base de latitas de atún (baratas y con proteína), fueron un mimo al alma.
Gracias a Borja, meses atrás había conocido a uno de sus mentores, Francisco Santolo, a quien tuve el honor de entrevistar en el podcast de New Label. Brillante, una de las mentes más admirables que conozco; otro con la capacidad de aprender en x4 cualquier audiolibro, entenderlo de una sola pasada y explicarlo con maestría. Francisco ha hecho cosas admirables como crear Scalabl, la plataforma educativa para emprendedores con mejor calidad de contenido. Valor de verdad, no humo. También tradujo manualmente los mejores libros de emprendimiento: si vas a cualquier librería y agarras, por ejemplo, Lean Startup o Tipping Point, verás que dice traducido por Scalabl.
Más allá de sus logros empresariales (notables y admirables), como ser consultor y ayudar a empresas con números en rojo a revertir la situación en menos de 90 días, Fran también tiene un corazón gigante. Recuerdo que, aprovechando que estaba en Argentina, se juntó a tomar café conmigo y me brindó contención emocional, hablamos de leyes, revisamos documentación y me puso a disposición su staff de abogados para resolver dudas. Además, se aseguró de preguntarme con frecuencia cómo estaba y si necesitaba algo.
Y Facundo Alberetti: en aquel momento jugábamos al pádel juntos; nos conocimos a raíz de una storie que publiqué buscando gente para jugar. Cada vez que no encontraba solución, tiraba una storie y creaba una comunidad en segundos. Armé un grupo de 70 personas para pádel; Facundo, ex tenista profesional, se sumó. Compramos zapatillas y paletas y jugamos con todo el mundo.
Facundo se unió a todas mis aventuras: cuando fui una semana a Córdoba para clases intensivas de pádel, se sumó; luego, cuando intenté que Bookster sobreviviera en Punta, se sumó y llegamos juntos a la final de un torneo de 6ta, ¡jajaja!
Después montamos un mini emprendimiento para ayudar a creadores de contenido a monetizar sus redes. Cuando Bookster colapsó y yo no tenía dónde ir, Facu me hospedó dos días en casa de sus padres. Allí pedí ayuda a otro gran amigo, Tomás García, quien estaba en Córdoba y me dijo:
“Amigo, si necesitas quedarte en casa, andá nomás; lo único que tengo es un duplicado de la llave en Junín”.
Me tomé un tren de seis horas, fui a Junín, agarré la llave, seis horas de vuelta, y me instalé en la casa de Tomy en Belgrano hasta que se liberó el departamento de otro gran amigo, Martín Ayala, que se iba meses a Rusia y, en lugar de alquilarlo, me lo prestó a mí cubriendo solo 300 USD de gastos.
No me alcanzan el tiempo ni los caracteres para agradecer a todas las personas que estuvieron ahí en esos momentos desafiantes; sé que a muchas ni les interesa el shout-out. Asimismo, como dijo el escritor argentino Pancho Aquino:
“Si te he dado, no lo recuerdes; si me diste, no lo olvidaré”.
Todas y cada una de las personas que invirtieron tiempo y energía y estuvieron conmigo, de corazón, seguirán capitalizando el interés compuesto de mi amistad.
Enlaces a entrevistas y redes